Free lances en Vilna: los ‘tigres bálticos’ se establecen por su cuenta

Free lances en Vilna: los ‘tigres bálticos’ se establecen por su cuenta

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Son diseñadores, programadores, fotógrafos, redactores; algunos no tienen un empleo fijo, otros intentan redondear su sueldo al final del mes. Todos tienen en común que trabajan como free lance. En Lituania, azotada de lleno por la crisis económica, los agentes de las industrias creativas de Vilna prefieren lanzarse por su cuenta, ya sea por convicción u obligación.

Ya queda atrás la época en la que la economía lituana tenía un futuro prometedor, se creaban empleos a diestra y siniestra (4,4 % de desempleo en 2007) y su crecimiento fértil (alrededor del 8% al año entre 2001 y 2007) le otorgaba el nombre de ‘Tigre Báltico’, en referencia a los ‘Tigres Asiáticos’, cinco países del Pacífico en pleno boom económico durante los años noventa. A pesar de que la economía esté dando señales de reactivación tras la caída del 15% el año pasado, el desempleo ha subido también un 15% y, según las previsiones, corre el riesgo de seguir aumentando en 2010. Las empresas, al verse incapaces de contratar personal, han hecho que se reúnan todas las condiciones necesarias para dar paso a un mercado laboral más flexible.

“Durante la crisis han aumentado los encargos”

Para el diseñador Osvaldas Valutis, la recesión ha tenido su lado positivo. También es del mismo parecer Vytautas Petrasiunas, redactor publicitario, que actualmente recibe cuatro veces más encargos que antes de que empezara la crisis, debido al control de gastos en las empresas: “Un trabajador autónomo consigue hacer el mismo trabajo que una agencia, pero a mitad de precio”. Según Gintas Balčiūnas, que acaba de licenciarse en Informática y que destacó como empresario en el Vilnius Startup Weekend el pasado mes de abril, “las personas altamente cualificadas que han empezado a trabajar por su cuenta han representado una oportunidad de oro para las compañías startup (aquellas empreas pequeñas de reciente creación y con grandes perspectivas de crecimiento)”. Además, no sólo se limita a personas sin un trabajo fijo: “Debido a la crisis, las empresas pusieron a trabajar a sus empleados a media jornada, por lo que muchos de ellos empezaron a ofrecer sus servicios durante su tiempo libre”, comenta Povilas Kytra, director de Humans Relations, un sitio lituano que se fundó en otoño pasado con el fin de poner en contacto a los trabajadores autónomos y las empresas. Algo que parece estar convirtiéndose en un sector prometedor, pues dos competidores abrieron sus puertas a lo largo de 2009.

Free lance, un nuevo estilo de vida…

Ilma Nausadaitė, la directora de uno de estas empresas, Dirbalaisvai (‘El trabajo libre’), tiene la convicción de que el trabajo autónomo es el modelo del futuro: “Nada es seguro en la vida, ni siquiera el trabajo. Trabajar como free lance implica dar lo mejor de sí mismo a cada instante. Lituania se ha basado demasiado en el modelo de trabajo fijo de por vida, que heredó de la Unión Soviética. Se necesita cambiar de mentalidad y es lo que está ocurriendo con la crisis”. Vita Markevičiūtė, que actualmente trabaja como consultora financiera, encarna a la perfección esa voluntad de resurgimiento. Tras varias entrevistas de trabajo, se percató de que lo que le proponían no iba con su manera de ser: “Tenía que tomar otro camino. Amo la libertad, poder pensar de manera independiente y todo esto resulta difícil encontrarlo en un trabajo fijo. Me animé a trabajar por mi cuenta a raíz de la crisis”. Otros tomaron esta decisión mucho antes de la caída de la economía: “Nunca me interesé por encontrar un trabajo fijo, quería conservar la libertad de escoger”, afirma Osvaldas, el diseñador. El trabajo autónomo es, así, un estilo de vida que permite crecer personalmente y ganarse el pan de cada día con algo que  verdaderamente nos apasiona. Milda Januševičiūtė, traductora, sueña con poder compaginar el trabajo con su pasión por viajar y convertirse así en una traductora y periodista itinerante.

¿o un modo de evasión fiscal?

Sin embargo, no todo es de rosa. Según Algirdas Miškinis, doctor en la facultad de Economía de la Universidad de Vilna, el trabajo autónomo conlleva un riesgo intrínseco: “Representa la puerta abierto a una economía sumergida”. De hecho, tal y como lo confirma Kytra, de Human Relations, los sitios de mediación no tienen ningún control sobre la naturaleza ni la existencia de los contratos de trabajo: “Si el representante es una persona privada, las posibilidades de realizar transacciones sin pagar impuestos no tienen prácticamente límites”. En el informe de enero pasado sobre el estado de la economía sumergida lituana, el think tank liberal Lithuanian Free Market Institute situó el porcentaje de la economía subterránea en el 27% del PIB, nivel que recuerda el período anterior al boom económico. No obstante, no todo el mundo piensa que esta situación constituya un problema. Gintas, el joven empresario, lo considera un mal necesario: “Algunas empresas, sobre todo las compañías startup durante sus primeras fases de evolución, recurren a la economía sumergida. Pero, a mi entender, la situación no es tan trágica, ya que estas empresas innovan y aportan valor añadido para el futuro. De todas maneras, algún día tendrán que integrarse en la economía formal”. El problema es que el Estado necesita actualmente encontrar fuentes de ingresos, por mucho que las empresas y los trabajadores autónomos se quejen de que las cargas sociales sean demasiado altas. Muchos piensan que la nueva iniciativa estatal le asegurará un gran provenir a Lituania. El Gobierno se inspiró en Sillicon Valley para lanzar el proyecto Sunrise Valley, cuyo mayor logro fue el parque científico y tecnológico que inauguraron en octubre de 2008. Se trata de un edificio que pretende reunir nuevos proyectos, estudiantes, empresarios, inversionistas e investigadores.

Así pues, los trabajadores autónomos, creativos, altamente cualificados y dispuestos a trabajar a bajo precio podrían constituir la fuerza motriz que necesita el Gobierno para lograr su objetivo: crear un polo creativo y competitivo en las nuevas tecnologías entre Escandinavia, Rusia y Europa Central. ¿Será el detonante que conseguirá reactivar la economía lituana? En todo caso, es lo que espera la clase social más afectada por la crisis, que no la ve como un replanteamiento benéfico ni como un desafío atractivo, sino más bien como un golpe injusto del destino.

AUTOR Sergio Marx, TRADUCTOR Olivia Gerber Morón

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