La mentalidad soviética frena la reforma educativa
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Todos los estamentos están de acuerdo en que aún se tiene que volver a reformular, pero no hay una estrategia clara. Superar la mentalidad soviética, aumentar la inversión y mejorar la calidad universitaria son las claves.
“Nos encontramos con los problemas previsibles de un país joven”, reconoce Kęstutis Kaminskas, profesor convertido en asesor en materia de educación. Es consejero del Comité de Educación, Ciencia y Cultura del Parlamento Lituano, uno de los foros de debate más activos. Nos atiende en el mismo Parlamento, que hace unos días estrenó nuevas dependencias: nuevo salón de actos, sala de prensa… El nuevo edificio se convierte en una prueba innegable de la juventud del país. “No se puede cambiar el modo de pensar de los profesores de la noche al día.” Más de la mitad se formaron en la época soviética y ahora trabajan con unos alumnos que conocen una Lituania independiente. Muchas escuelas se construyeron entonces, muchas tienen una apariencia de fábricas porque estaban pensadas para ideologizar. Tenemos que superarlo.” Para conseguirlo, en 1992, el Parlamento Lituano publicó una declaración de intenciones sobre la educación donde reivindicaban la autonomía de cada individuo y pedían respeto a los países vecinos, igualdad, libertad de conciencia y tolerancia. La educación que se ofrece hoy en Lituania es, en este sentido, equiparable a la del resto de Europa. “El gran avance es que todo el mundo se puede sentir libre. Lo que tenemos que conseguir es que se asuma con responsabilidad.”
Sueldos bajos para profesores
Uno de los puntos a mejorar es el prestigio y el sueldo de los profesores, en la actualidad más bajos que en el sector privado. Su trabajo es vital y en algunos casos estoico teniendo en cuenta la velocidad con la que han ido cambiando los planes de estudio. Uno de los casos más evidentes es en el modo de enseñar la Historia. “¡Todos los estudios de Humanidades han ido cambiando tantísimo en los últimos años!”, suspira Irena Valikonytė. Es profesora del Departamento de Historia Medieval y del de Historia Antigua de la Universidad de Vilnius, situada en el centro de la ciudad y muy visitada por los turistas. “En la época soviética, era Moscú quien decidía los planes educativos. Todo se hacía a su manera y la Historia de la URSS era la protagonista en las clases. Ahora hemos cambiado las prioridades y dedicamos buena parte de las investigaciones a la Historia de Lituania. También dedicamos especial atención a la Historia de la Unión Europea y del Mundo, pero nos faltan especialistas.”
En los centros de educación secundaria también se ha notado el cambio: las clases son en lituano y los temarios se aproximan tanto a Rusia como a Estados Unidos. El centro de atención es Lituania y también Polonia. Algunos alumnos preferirían más historia de Letonia y Estonia.
Falta de inversión y calidad a las universidades
Existen 22 centros universitarios en el país, una cifra elevada en relación a las dimensiones del territorio. Desde hace unos años también van ganando peso los centros privados, aunque en algunos momentos no llegan al 25%. Como suele pasar, los precios de las matrículas son bien distintos. En la privada, el precio por alumno se acerca a los 2.500 euros, 8 veces más que la pública y, no siempre, con más prestigio.
Los expertos coinciden en advertir que la necesidad primera es aumentar la calidad de la educación universitaria; es una de las razones por las que hay muchos jóvenes que se van al extranjero, sobre todo a países de la Unión Europea. Los sindicatos de estudiantes no descartan movilizaciones para exigir una mejora del nivel. “El gobierno dice que si pagamos más por la matrícula nos ofrecerán más calidad y nosotros pedimos que primero aumenten el nivel”, comenta Marius Skuodis, estudiante de 22 años de cuarto curso de Ciencias Políticas y miembro activo de la Asociación de Estudiantes de la Universidad de Vilnius. “El gobierno ha de invertir más en Educación, de momento sólo lo hace de palabra. Y la prioridad debe ser la educación superior, de peor calidad en comparación con la del extranjero”, expone este joven nacido en Vilnius. Según datos del Ministerio de Educación y Ciencia, 2006 fue el año de la última década en el que porcentualmente menos se invirtió en Lituania en educación pública. Sólo un 5,2% del total del su presupuesto nacional; una cifra alejada del 6,0% de 2005 o del 5,8% de 2004. También por debajo de la media europea del 5,5%. “Hay una descenso en la inversión en los últimos años en comparación con otras áreas”, alerta Skuodis.
La mayoría de jóvenes también piden más facilidades para entrar al mundo laboral. “Muchos se van porque no tienen trabajo en su especialidad. En Lituania la tasa de paro es baja (5%) pero la mayoría de trabajos son poco cualificados.” Skuodis también denuncia el trato que se da a los profesores: “En mi facultad todos trabajamos en otros sitios al mismo tiempo”. Enseñar no es lo principal para ellos. Es uno de los motivos por los que son necesarias grandes reformas o, directamente, refundar el sistema educativo.
Punteros en física y biotecnología, atrasados en ciencias sociales
El pasado más reciente tiene aún secuelas en el presente. Los rusos convirtieron la zona en puntera tecnológicamente, pero con graves deficiencias en otros campos como el de las ciencias sociales. “Durante mucho tiempo, este país ha sido frenado. La falta de inversión no ha permitido investigar en muchos ámbitos. Ahora, y con la ayuda de los fondos de la Unión Europea, tratamos de coger el tren. ¡Y creo que lo conseguiremos!”, confía Tomas Žalandauskas, físico teórico y presidente de la Sociedad Lituana de Jóvenes Investigadores.
Donde no hay problemas es en el papel de las mujeres en la Universidad. Un informe de 2006 publicado por Eurostat, sitúa Lituania como el país de Europa con más presencia femenina en carreras científicas e ingenierías. Son un 55,5% del total de estudiantes, una cifra similar a Letonia (51,4%) y a Estonia (51%). Esto significa que se sitúan por encima de la media europea (29%), siendo los países con un índice más bajo el Reino Unido (20,1%) y Luxemburgo (17,7%).
“Seas mujer o no, aún hoy es difícil ganarte la vida como científico aquí, y muchos trabajan en otras cosas”, añade Brigita Serafinavičiūtė, medioambientalista miembro de la organización. Cree que uno de los objetivos del país tiene que ser el regreso de los licenciados que se fueron en busca de mejores condiciones. Sabe que no es fácil pero, como al resto, no le falta ilusión. “Tengo la certeza que todo está cambiando bastante rápido, hay muchos retos… y los objetivos tienen que ser ambiciosos. ¡Tenemos que ser los primeros de Europa!”
AUTOR Marc Serena