La saga de una universidad en exilio
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Imposición zanjada: la Universidad Europea de Humanidades creada en 1992 en Minsk, Bielorrusia, ha recibido algunos palos por unirse a Vilna (y a la democracia) en 2004. En este concentrado de educación libre, la juventud bielorrusa se ha exiliado, siempre más a occidente.
En la estación de autobuses de Vilna reina esta mañana de mayo de 2009 una calma inusual. ¿Dónde se han metido los bielorrusos que vienen a vender su mercancía a sus vecinos lituanos? Casi todos han desaparecido desde finales de diciembre de 2007, fecha de entrada de Lituania en el espacio Schengen. A 60 euros el visado, el desplazamiento sale un poco caro. Para los ciudadanos de esta república báltica, que entró en la UE en 2004, la URSS no parece otra cosa que un lejano recuerdo. Sin embargo, a pocos kilómetros, en el lado bielorruso, el ambiente sigue inmerso en pleno delirio soviético. En Bielorrusia, acorralada entre la UE y Rusia, el KGB acosa incansablemente a los enemigos del régimen. El país se encuentra en manos de Alexandre Loukachenko desde 1994. Este ex director de sovjós ha instaurado rápidamente una dictadura. La República de Bielorrusia (su nombre oficial) solo ha conocido un corto intermedio demócrata de 1991 a 1994.
Un lapso de tiempo sin embargo suficiente para que en 1992 se instalara en Minsk la Universidad Europea de Humanidades (EHU, en sus siglas inglesas). Curiosamente, el último dictador europeo toleró la presencia de este establecimiento privado de excelencia sobre su territorio durante casi diez años. Hasta el día en que este concentrado de educación libre dejó de gustarle… Resultado: en julio de 2004, el conjunto de estudiantes y profesores tuvieron que hacer sus maletas. Según el poder a cargo: “En esta universidad se entra como en un molino”, de ahí las idas y venidas de profesores de Occidente invitados a compartir su saber. Argumentos legales que apoyan el cierre de la universidad de Minsk han parado en seco los esfuerzos de numerosos defensores de la EHU. La universidad iba pues a conocer el exilio…
1000 % de estudiantes de más
“Vilna se impuso como una evidencia”, recuerda Gregory Minenkov, profesor de la EHU. Y eso que la capital lituana está a tan solo cuatro horas de carretera de Minsk. Así pues, la EHU se ha mudado oficialmente a Lituania, a algunas paradas de trolebús del centro de su capital. Todo el mundo ha puesto de su parte para asegurar la mejor transición posible. Lituania ha puesto a disposición locales y visados, la Comisión Europea subvenciona una buena parte del funcionamiento de la EHU y varias fundaciones financian el resto del proyecto.
La mayoría de estudiantes son beneficiarios de una beca que les financia los gastos de escolaridad y de vida. Es el caso de Alena, estudiante bielorrusa en tercero de Ciencias Políticas: “Para muchos de mis compatriotas, Vilna también es una ciudad bielorrusa”, insiste. Los dos países han sido gobernados por la misma soberanía, el gran Ducado de Lituania, durante casi cinco siglos: “Venir aquí no nos supone ningún problema en especial; los lituanos nos aceptan correctamente y los enlaces en autobús desde Bielorrusia son numerosos. Vuelvo a Minsk con frecuencia para ver a mi novio y a mi familia”, continúa Alena, “la única dificultad es la lengua lituana, y aún así, aquí podemos aprenderla y casi todo el mundo en Lituania habla ruso”.
Todo ello sin tener en cuenta que los 1.800 estudiantes actuales (800 en e-Learning) de la EHU en Vilna realizan sus estudios en ruso y en bielorruso. ¡Y con un aumento de más del 1000% de efectivos en la capital lituana desde su apertura en octubre de 2005! Con un 96% de estudiantes bielorrusos, matriculados en una pequeña decena de disciplinas, desde diseño a relaciones internacionales, pasando por el periodismo y la filosofía política, la EHU continúa siendo una universidad de gran dimensión europea, destinada a formar la élite de un Estado bielorruso democrático todavía por venir. Más aún… Tal y como subraya el profesor Minenkov, en adelante responsable de los primero ciclos, “tenemos el estatuto de establecimiento lituano, nuestros diplomas están reconocidos por las mayores universidades de occidente, pero nuestra vocación es la de convertirnos en el centro de formación de la CEI (la comunidad de Estados independientes, países de la ex URSS)”.
Nido de terroristas
En cualquier caso, la entrada donde los estudiantes se aplican con sus portátiles de último grito, da la impresión de una universidad de alta tecnología. Para la mayoría de ellos, la EHU es sobre todo la puerta abierta hacia occidente. Incluso si los sueños tienen sus límites… Siarhei, estudiante de tercero, es muy conciente de ello: “Sé que cuando acabe mis estudios me será difícil obtener un visado y los papeles para trabajar legalmente en el seno de la Unión Europea.” Entonces… ¿Qué futuro le espera a esta élite cubierta de diplomas? El título de máster expedido por la EHU no está reconocido en Bielorrusia. En un país donde el 80% del empleo es público, no será tarea fácil para un estudiante de la EHU de hacerse un hueco.
Sin contar los reportajes calumniosos de la televisión pública. El año pasado, en el telediario de las 20 h, los estudiantes de la EHU supieron que frecuentaban un “centro de formación para terroristas”. La KGB vigila de muy cerca a algunos “criminales” refugiados en los bancos de la EHU. Lo que significa un puñado de jóvenes implicados en los movimientos de oposición bielorrusa. Tatiana Elavaya forma parte de ellos. La ex líder de Zubr, en adelante a la cabeza de Bunt, no ha vuelto a casa de su madre desde las últimas elecciones presidenciales en 2006. En su pequeño estudio de Vilna, acoge a oponentes que están de pasada. “Vilna desempeña un gran papel para la oposición en Bielorrusia. Pero el asociacionismo oriental que se diseña sobre la escena europea nos está aislando. Si reanudamos el diálogo con Loukachenko, se estaría traicionando a la juventud en lucha. Si somos moderados no cambiará nada en Bielorrusia”, insiste. Una postura radical que la mayoría de estudiantes de la EHU, más a la espera que comprometida, está lejos de compartir.
AUTOR Rosinska, TRADUCTOR Blanca Azcárraga Juncadella